Adiós al ‘fotógrafo’ de la ESMA
Muere Víctor Basterra, el expreso político que retrató a los torturadores del mayor centro de detención clandestina de la dictadura argentina. Su testimonio fue vital en los juicios contra los militares
Recordaría siempre su llegada esa noche al centro de detención. “Nunca se me olvidará el ruido de la cadena chocando con los bajos del auto al entrar en la ESMA. Es uno de esos ruidos que te acompaña toda la vida”. Basterra lo llamaba “el cadenazo”. ¿Cuántas veces lo despertaría de una pesadilla a lo largo de su vida? Como otros detenidos, pasó por la huevera (la sala de torturas) y la capucha (los compartimentos de reclusión donde los detenidos pasaban meses con el rostro cubierto). Sufrió dos paros cardíacos y salvó la vida de casualidad. Los militares sabían que había trabajado como obrero gráfico en una empresa de valores bancarios. Tenía algunos conocimientos de fotografía y fue asignado al sector de Documentación, en el sótano del casino de oficiales de la ESMA, a principios de 1980. O aceptaba el trabajo esclavo o se preparaba para ser uno de los pasajeros de los vuelos de la muerte.

…En lugar de las cuatro fotografías de tipo carné que le pedían los oficiales, revelaría cinco y guardaría una. Así lo hizo durante tres años. En el tramo final de su cautiverio, los militares abrieron algo la mano y le permitieron realizar salidas periódicas y breves para visitar a su familia. Bajo amenaza de muerte, siempre regresaba a la ESMA, pero ese paréntesis de libertad le permitía ir sacando a la calle las fotos de los represores y las imágenes de algunos detenidos que rescató de la basura antes de que fueran lanzadas a la hoguera. Hace unos años, mientras caminábamos por el antiguo centro de represión, reconvertido en museo de la memoria, Víctor me explicaba cómo se las arregló para esconder las fotos y sacarlas más tarde de la ESMA: “Un día guardé una copia de sobra de uno de los retratos y la puse en una cajita de papel fotosensible. Sabía que nadie lo abriría porque echarían a perder el material. Poco a poco fui metiendo ahí las fotos y los negativos y cuando obtuve los primeros permisos, fui sacando el material entre mi ropa interior”. Y entre esa valiosa documentación figuraban las imágenes de unos ochenta represores de la dictadura argentina. Una lista negra encabezada por Alfredo Astiz, el Ángel de la Muerte, Jorge Tigre Acosta y Ricardo Cavallo, alias Sérpico… Astiz fue uno de los responsables del secuestro y desaparición de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, la asociación en la que se infiltró en 1977 haciéndose pasar por un familiar de un detenido.
Víctor Basterra, el fotógrafo que puso rostro a los verdugos de la dictadura argentina
Durante su secuestro en la Escuela de Mecánica de la Armada, el detenido capturó fotografías de represores y obtuvo negativos de víctimas que luego se usaron como prueba en juicios por delitos de lesa humanidad
Gracias a las fotografías de Victor Basterra, la sociedad argentina puso cara y nombre a decenas de secuestradores, torturadores y responsables de desapariciones durante la última dictadura (1976-1983). Los militares posaron frente a Basterra en el centro clandestino de detención que funcionó en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), pero nunca descubrieron que guardaba copias para él y que las sacó fuera de allí escondidas en su ropa interior. Este sobreviviente de la ESMA, uno de los principales testimonios en los juicios por crímenes de lesa humanidad perpetrados durante el régimen militar, falleció el sábado, víctima de un cáncer, a los 76 años.

En vez de hacer cuatro fotos, hacía cinco y esa quinta la escondía en las cajas de papel fotosensible, a salvo de las requisas periódicas que se realizaban en la ESMA. “Para mí fotografiarlos no era solo disparar la foto sino la idea de que esa foto que le sacaba al represor tenía que salir de ese lugar. Saqué más de cien fotos y fueron más de cien momentos de riesgo porque algo que tenían escondidos los milicos era su identidad. Cuando te torturaban te ponían una capucha para que no los vieras, era como estar ciego. De alguna forma, las fotos muestran todo eso, sacan a la luz lo que calla la historia oficial. Sacar esas fotos fue robarles la identidad a esos tipos, fue una pequeña venganza después de lo horrible”, contó Basterra en el documental Fotos de la memoria.
Para quem se interessa pelo assunto e também se preocupa com o que acontece e aconteceu na América Latina, veja a seguir depoimentos de Víctor Basterra. Emocionante é pouco para descrever esses depoimentos.
Borges escribió un breve artículo para la Agencia EFE en el que relató su experiencia ese día:
“He asistido, por primera y última vez, a un juicio oral. Un juicio oral a un hombre que había sufrido unos cuatro años de prisión, de azotes, de vejámenes y de cotidiana tortura. Yo esperaba oír quejas, denuestos y la indignación de la carne humana interminablemente sometida a ese milagro atroz que es el dolor físico. Ocurrió algo distinto. Ocurrió algo peor. El réprobo había entrado enteramente en la rutina de su infierno. Hablaba con simplicidad, casi con indiferencia, de la picana eléctrica, de la represión, de la logística, de los turnos, del calabozo, de las esposas y de los grillos. También de la capucha. No había odio en su voz. Bajo el suplicio, había delatado a sus camaradas; éstos lo acompañarían después y le dirían que no se hiciera mala sangre, porque al cabo de unas ‘sesiones’ cualquier hombre declara cualquier cosa. Ante el fiscal y ante nosotros, enumeraba con valentía y con precisión los castigos corporales que fueron su pan nuestro de cada día. Doscientas personas lo oíamos, pero sentí que estaba en la cárcel”.
Como se diz na Argentina, no Brasil e em toda parte do mundo civilizado…
“Ditadura, Nunca Mais!”
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